viernes, 27 de junio de 2008

Historia de Bernice ( Apasionante!)


1ª parte

La encontré una lluviosa tarde en el mes de Septiembre. Ella estaba sentada sobre un portal de madera cubierto por una parra envuelta en húmedas y marchitas violetas y jazmines, ella, la mas bella y encantadora mujer que nunca antes había visto. Comía apacible y tranquila un racimo de uvas verdes, no supe si yo, en el delicado jugo que del fruto escurría, sus labios manchados había; dándoles un aspecto tentador en inocente, que resultaba extrañamente erótico y enternecedor. Cauteloso me acerque, como si aquella joven de aniñada apariencia fuese un conejo asustadizo que ante el mas leve movimiento emprendiese audaz huída. Parecía no notar mi presencia, por lo que tras aprovecharme de su descuido, baje del fiel corcel en el que iba montado, y manteniéndolo suavemente sujeto por las crines, lo empuje con suavidad a que siguiera mi paso. Me acerque precavidamente, y solo entonces ella volvió su rostro en mi dirección. Sus hermosos ojos se alzaron, de rizadas pestañas; como un ave que emprende el vuelo, tiñéndose sus pupilas de confusión y sorpresa; para después obsequiarme gustosa una cordial sonrisa.
-Perdone bella dama, ¿Puedo estar o molesto? –Pregunte suavemente tras una inclinación. Una de las frutas de su canasto, una verde manzana salió de sus sitio rodando hasta sus pies, y a la par que grata correspondido a mi inclinación, levantaba el fruto obsequiándolo gracilmente a mi caballo; y así con la misa sonrisa, aunque un poco avergonzada de su graciosa broma, asintió tímidamente. –Esperaba escuchar de sus labios una respuesta, ¿Cómo podría interpretarlo?


Aquella bella sonrisa se expandió acompañada de un malicioso brillo. Bajaba la mirada y una picaresca risa afloró su boca, mas no pudiendo aguantar mi propia y absurda seriedad, termine sonriendo.
-Puede estar si le place, que este es un sitio publico y es bienvenido en el cualquier viajero, campesino o… noble.- Añadió amablemente echando una rápida ojeada a mi atuendo. – MI nombre es Berenice Cortés, mi señor, y estás que aquí ve, son las tierras de mi padre.


Recorrí sus ropas disimuladamente. Ropas ligeras, no nuevas ni elegantes, mas bien parecían ropas campesinas, así como las extensiones de tierra, tratando de averiguar la similitud; por su ver, una joven campesina en edad casadera, su porto no era aristocrático y, ¿Cómo describir sus manos? No eran ni blancas ni tersas como la seda, manos acostumbradas al trabajo en el campo, en todo caso, su padre sería agricultor de ese terreno;: que por obvias razones, pertenecía al señor del reino.
-Mi señora, un placer. Mi nombre es Fernando de Lerma, Conde.
Una suave inclinación por parte de aquella dama acompañó a una mirada totalmente distinta a lo que tenía planeado. No había deseado hacerle conocerme persona, mas para mi propio asombro; no era de temor o sorpresa, si no de completo desinterés.
-Un placer conocerlo mi señor. Si no es mucho atrevimiento, ¿Podría saber a que se debe que usted ande viajando solo? ¿Y su séquito? ¿No es peligroso?
-Eh venido por el llamado del señor de estas tierras, me eh extraviado y le eh encontrado a usted.- Sonreí cortes, aunque afectado de su inocente atrevimiento, pensando en que si no le era advertido en cuanto antes los efectos que sus palabras en otros podían tener, se metería fácilmente en dificultades.
-Le llevaré si así lo prefiere, a palacio. Se ve por aquí algo retirado, pero conozco un par de caminos que haría que llegásemos en menor tiempo. Eh acabado con mis trasteas y me encuentro paseando- Replicó con determinación para acallar a mis dudas. Supuse q1ue sería una criada del palacio por lo que tenia aquella situación resuelta, mas aún quería permanecer contemplándola.- ¿A que tiempo debe usted estar allí? Si urge podríamos ir ya.
-Antes del anochecer es seguro. No pretendo hacer esperar mucho a su excelencia.- Respondí con suavidad. En realidad, ni siquiera sabía si el dueño de aquel país era o no un rey,. Jamás le había oído nombrar, y ya que no me conocía y no viajaba con un séquito, de forma que no podía llamar a los curiosos, sus mensajeros no le informarían de mi llegada, por lo que recurrí a mis mañas para seguir un poco mas de tiempo con aquella mozuela que había acaparado mi atención.- Pero si no le importa, prefiero seguir charlando con usted y conocer algunas de sus costumbres, y después e daré un paseo con mi caballo constatando los lugares hermosos, como este, que puede haber y que quizás usted podría narrarme. No me agradaría presentarme ante el soberano pareciendo un completó ignorante de su tierra. Podría llevarle a dar un paseo a caballo.
-Oh vaya…- Replicó sin mucho interés y con una expresión realmente cómica de la cual me hubiera reído de no ser que se trataba de mí.- Pues sí, este lugar tiene algunas costumbres y es muy hermoso… pero…


2ªParte


-¿Pero?
-No me gustan mucho los caballos y... esperaba que fuera usted quién me contase sobre los reinos en los que ha estado.- Sonrió amable y socarronamente con aquella mirada pícara que tanto me gustaba. Después de ver al soberano, la buscaría para cortejarla, sólo deseaba que no estuviese prometida; quizás por que ya me sabía capaz de quitar de mi camino al afortunado que consigo la tuviera.
-¿Le son muy desagradables o muy odiosos en su trabajo?
¿Trabajo? No, solo que me caí de uno y no quisiera volver a repetir la experiencia.
Me sentía anonado al ver entrecerrar sus bellos ojos con una sonrisa desdeñosa. No vi el tiempo pasar, hablaba del reino, de las costumbres, hablabale yo de mis viajes, de otras naciones; de castillos, leyendas y cuentos, solo podía ver las horas pasar por como avanzaba el sol vaticinando la caída de la tarde, entre las sombras de árboles y flores, anunciando la entrada de la irreverente noche.
-Y dígame, ¿Tiene usted algún compromiso? - Atajé después de escucharle hablar de las tierras de quién llamaba su padre. Ella solía llamarle padre al anciano y retirado soberano, a quién cuidaba y atendía con l esmero de una hija, eh allí que lo llamase de esa forma.
Era ahora su hijo quién subía al trono, y era por lo tanto; quién me había hecho llamar, bueno, mas bien, su prometida me había recomendado a con él. Mas cuando escuche la respuesta a mis preguntas, deseé no haberlo hecho. Su mirada se iluminó, sus mejillas se tiñeron de rubor y sus delicados labios esbozaron una radiante sonrisa; de haberla tenido a mi lado, habría escuchado su pulso acelerarse y su corazón saltar.

-Si, estoy prometida a la persona mas noble, buen mozo, y gentil, a quién jamás creí conocer. Es talentoso, elegante, cariñoso, protector, afectuoso y lo amo con toda mi alma, incluso ¡Tanto como a mi vida!- Contestó inocente y feliz con el dulce aire de una mujer que ama no solo con su corazón, si no con todo su ser, y solo queda pedirle al cieo que con quién comparta su vida la sepa merecer.
-¿Tanto como a su vida? ¿No habra querido decir mas que a su vida? -Atajé un poco violento de saber que tanto tendría de quitar de mi camino.
-Bueno... Sí, tanto como a mi vida. Si lo amase mas que a mi vida, realmente no lo amaría. Por que, amar mi vida significa amar todo esto -Exclamó con los brazos abiertos presentando a todo el ancho del campo y ese trozo de bosquejo claro, la cascada, el río, el atardecer en el horizonte.- Desde la mas alta y ancha nube en el dorado y rojizo cielo hasta la mas diminuta hormiga. Hay personas que no han amado a nadie en toda su vida, y son felices, mueren en paz por que no extrañan lo que nunca tuvieron. No extrañan el amor.
-Pero quizás lo envidiaron. No tener significa no extrañar l que nunca tuvieron pero, ¿Y que me dice de no envidiar lo que otros tienen y yo no? Y mas aún, tratandosé de algo que es único, algo de lo que no hayu otro en el mundo. -Repliqué con cierta amargura de saber que tenía ese algo así delante mío y no podía reclamarlo.- Entonces puedo comprender al mago del cuento...
-Mago del cuento... ¿Cual cuento? ¿Me lo contaría usted? .- Sonrió inocente y quizás ignorando mi reproche.


3ª Parte .. próximamente! XD