sábado, 25 de agosto de 2012

Autodiario de una consternada ( I)


Ayuda.
Lucía, ¿Estás ahí?
Mi pequeña... ¿Donde, donde has ido a parar ?
Te necesito más que nunca.
Pequeña Lucía, la pequeña que sabía luchar sola, aquella enamorada de la soledad. ¿Qué fue de ella?
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
No puedo.
Avanzo cada paso con un porte tembloroso.
Cada día una nueva batalla entre párpados y lágrimas.
Un dueto mágico que me hace sentir viva, pero a la vez, desear estar muerta.
Una simbiosis de emociones día tras día.
Un recuerdo dulce que deja sabor amargo.
Una sonrisa cortada con espadas.

Eh aquí mis ojos manchados de tinta negra. Tinta que fluye hasta mis mejillas, cala mi piel y llega a lo más profundo de mis entrañas.
Flujo incesante que inunda todo el vacío del que un día fue el órgano más importante.
Ya no quedan venas  ni arterias, en su lugar; vías coaguladas de un color bermejo, por donde un día fluyó un río de vida; un brillo intenso, apasionado.
Cuerpo inerte, corrompido por la tinta, colapsado por el cuajo sangriento. Necrosis.
Mente.
Sobrevivió a duras penas una mente insana.  La peor de las torturas. El peor de los castigos.
Desearía apagar la tenue luz que queda, y matarme, dejarme morir en mente. Dejaría este suplicio, este llanto eterno. Esta muerte en vida.
-¿Hola?
-Sí.
-Te encontré.
-Me alegro de que hayas vuelto.
-¿De verdad? Siento haberte dejado tanto tiempo, siento haberte apartado de mi. Sé que me olvidé de contar contigo y de escribirte más a menudo. Me perdí. Mi querida Lucía… Siento haberte abandonado todos estos años.
- Quizá sea un poco tarde. Las cosas han cambiado, tú misma lo sabes. Sabes que ya no soy de gran ayuda. Tu mal no es algo que yo pueda solucionar. Porque tu quieres acabar con todo y… tanto tu como yo, queremos morir. Sabemos que no podemos olvidar.
- Quizá tengas razón. Quizá seamos débiles. Todo por mi culpa. Te hice ser débil. Perdóname.
- No hay nada que perdonar.
- Yo solo quise ser alguien. Sólo quise amar, hacer feliz a una persona. Soy una inútil, una débil, estúpida, imbécil, inmadura, ilógica e irracional. No valgo ni he valido la pena nunca. No he crecido. Sigo siendo la misma niñata que cree en las personas y pretende ser buena con ellas aunque le hagan daño. Sigo haciendo daño a mis padres, a mi misma y a los que me rodean. No soy más que un estorbo. Una mancha en la existencia. Una malnacida. Una piedra en el zapato de la humanidad. Quise ser alguien y ni soy ni seré.
- Espera un momento, nosotras siempre creíamos que podíamos con  todo eso. Siempre hemos defendido el bien de los demás, hemos querido luchar por ello. Llorábamos con cada noticia de gente muriendo de hambre por las noches. Llorábamos por el daño que nos hacían nuestros compañeros de clase al burlarse por defender a personas más débiles.  Queríamos llegar a lo más alto. Y sabes que podíamos, y no te importaba ser lo que fueras, lo tenías claro... ¿Qué ha pasado? Esa ilusión sabes que podría ayudarte a salir de este círculo, a auto superarte. ¿Ha muerto?
- No… no ha muerto. Es una ilusión que… seguirá siempre ahí. Pero… entiéndeme, son muchas decepciones juntas. No puedo alzar si quiera un dedo, todo mi cuerpo tiembla… Esas ilusiones siguen vivas gracias a ti, pero tú… tú no puedes ayudarme. No creo que haya nadie en este mundo que pueda… Por lo menos alguien vivo.
- Entiendo…
- Lucía, quiero acabar pronto.
- Yo también. Pero soy tu conciencia, y aún quiero salvarte. Así que te voy a engañar un poco.
- ¿Engañar?
- Sí, hagamos una cosa. Yo voy a impedir como pueda cualquier final definitivo. ¿Sabes a lo que me refiero?
- La muerte.
-Exacto. Lo único que puedo hacer es distorsionar tu realidad, hacerte creer que los muertos no mueren si no es en cuerpo y alma.
- Pero entonces sabré que no es cierto... ¿Por qué me lo cuentas?
- Lucía, Tu y yo somos la misma persona. No tiene ningún sentido no poder conversar esto contigo. Si no sería engañarte a ti misma yo misma. ¿Entiendes?
- Vale... Se me olvidaba que tu eres yo. Esto es un poco de locos. Pero me siento más segura contigo a mi lado. Es más fácil explicarme.
- De locos es el sufrimiento al que nos aferramos, así que intentémoslo aliviar.
- Intentar no es poder. ¿Y si fracasa?
- Ya. Sé que si en este tiempo las cosas no mejoran, ocurrirá lo peor. El fracaso es nuestro destino final. Si fracasamos, tanto tu como yo,  sabemos que una vida terrenal, una vida corriente y con sonrisas y mentiras colgando de ella, no es para nosotras. Sabemos que acabaremos en... polvo y huesos.
- Bien, supongo que un último intento. Tengo miedo.
- Yo también.

No hay comentarios: